Sin manual

La vida no tiene una receta. Tampoco un manual. Por suerte para muchos hay unos guías denominados padres, término que, en ciertas ocasiones, escapa a la genética. El modelo va más allá de lo físico. Si tu papá se enoja cuando volcás un vaso y vos reaccionás de mismo modo cuando tu hijo repite esa misma acción, no es cuestión de sangre. Si tu mamá se enorgullece cuando te ve ayudando a una persona a cruzar la calle y vos lo hacés cuando tu criatura lo haga delante de ti, no es cuestión de sangre.
Igualmente los modelos tampoco suelen ser esos dos exclusivamente. A lo largo de la vida uno va teniendo varios y es en cierto nivel de madurez que uno se da cuenta de que tiene, en diferentes medidas, influencia de quienes tuvieron paso por la crianza hasta la adultez.
Todo viene por ciclos; cuando sos un niño o una niña, tus padres son sabios e imbatibles. Después eso te comienza a molestar y llegás a punto tal que la bronca te hace generar enfrentamientos innecesarios a veces por motivos sin relevancia. Empezás a sentir la necesidad de vivir las cosas en carne propia para luego asegurarte de cómo son las cosas; que son como ellos te lo habían adelantado. A partir de la reiteración de este resultado comienza a formarse un balance entre la admiración y la bronca. Por supuesto que en el día a día puede sufrir alteraciones, como cuando te piden que pases tiempo con ellos y que sonrías como cuando eras inocente. Pero vos ya estás en otra etapa, los objetivos, las metas y los modos de distracción modernos y generacionales los excluyen dejándolos a un costado. Ya no caminan delante de ti, sino a tu lado, por diferentes caminos, aunque al andar siempre tenderás presente que los de ellos están un poco más pisoteados. Quizás uno se empiece a quedar y debas poner un pie en su trayectoria nuevamente para que retome su andanza natural, como ellos los hicieron y lo harán por ti mientras les sea posible.
Tus amigos, tus jefes, tus profesores son los que te permitieron e impulsaron a crearte un camino separado de tus padres. Aunque tus viejos tambien esperaron esto de os, lo cierto es que sin estos otros participantes en tu vida, hubiera sido mucho más difícil todavía el crearte tu propio terreno. Sin ellos, quizás nunca saldrías de la segunda etapa y los caminos estarían muy separados.
Recordá que tus maestros siempre habrán querido y querrán ver cómo sus pequeñas semillas se desarrollan, en otras palabras, caminar a tu lado.

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